Era un día triste, lluvioso... de esos días en los que todo sale mal. ¡Ah, bueno! voy a presentarme, soy Javier y tengo 10 años y soy el niño más desgraciado del mundo. ¿Qué por qué lo soy? Porque en el colegio todos se burlan de mí porque soy hijo único y estoy muy mimado. Yo no digo que no lo esté, pues me regalan tantos regalos que no puedo quejarme... El año pasado, como a mis padres les tocó la lotería, se lo gastaron en comprarme juguetes. Y tantos había, que tuvieron que comprarme otra habitación para guardarlos. ¡Bueno, no me enrollo más! Os voy a contar lo que me pasó y como mi vida cambió.
Un día en el que yo paseaba por el zoo viendo los animales, de repente, vi como una niña de 7 años estaba al lado de un león ¡hablando con él! Y el león parecía como arrepentido de lo que ella le decía. Entonces fue cuando me vio y me dio un gran susto. Miró hacia mí y me dijo: - ¡¡¡Buaaaaaaah!! - y yo me desmayé.
Al despertarme me encontré en una gran nave de cristal, como un ovni o algo así... Yo estaba tumbado en una agradable colcha celeste muy cómoda. Entonces vi que alguien se acercaba hacia mí. ¡Era ella, la niña del zoo! Llevaba un traje blanco y amarillo precioso. Me dijo: - ¿Qué te pasó? ¿Es que nunca has visto a un hada? - Yo seguía con la boca abierta clavando mis ojos a aquella bella dama.
Hasta que de nuevo me dio otro susto, pero esta vez con menor intensidad. Yo, del susto, di un gran salto y me choqué contra el techo. Ella me preguntó que si yo era peligroso (para sacarme de su casa, no fuera a ser que me la cargara). Y yo lo dije que si no sería al revés (que fuera ella la peligrosa). Entonces, nos tiramos al suelo muertos de risa y a la hora y media cuando teníamos ya agujetas de la risa, decimos no reírnos más. Nos presentamos y nos hicimos inseparables. Ella era de menos de un metro de alto, rubia, guapísima, llevaba el mismo traje siempre (como he dicho antes), con chapines amarillos, un gorro con la punta caída a juego con su vestido y una extraña varita que acababa en una especia de caracol.
Os contaré los incidentes más divertidos que nos pasaron en el mes de Abril, creo que era. Me llevó a conocer en su nave de cristal la Antártida ya que yo nunca había estado y quería ir. Vimos dos osos polares peleándose y bajamos. Milulú (pues así se llamaba) y yo fuimos a ver qué es lo que pasaba.
- ¡Por todas las estrellas del Universo! - dijo ella. Eran dos osos polares enormes que discutían por quién iba a comerse una foca que estaba enferma y moribunda. Entonces ordenó silencio y éstos obedecieron de inmediato. Era increíble lo rápido y sencillo que esta chica arreglaba las cosas. Primero dio permiso a los animales para que pudieran hablar. Allí fue cuando descubrí que todo ser vivo tiene la capacidad de hablar si algún ser benevolente se lo ordena. El problema lo solucionó de la siguiente manera: con su extraña varita mágica sacó dos peces del agua, y le dio uno a cada uno, después sanó a la foca y les dijo a los osos que se alimentaran del pescado.
¡Nos fuimos rumbo a otra aventura! Se nos ocurrieron muchas más cosas como darle vida a las pieles de los animales muertos pero pensamos que sería peligroso porque la gente se asustaría mucho y habría mucho miedo en las ciudades. Y quizás los animales quisieran vengarse de la misma manera... En otra ocasión liberamos a los animales del zoo de Nueva York y éste se desplomó durante un día. O como cuando fuimos a la Expo 92 al Pabellón de los Descubrimientos porque contenía un libro sobre un hada mala que la ridiculizaba... Aunque prometo que eso no lo hizo con mala intención, de verdad. Fue un accidente provocado por un relámpago gigante. Ahí se le fue la mano, lo admito. Aquel fue un viaje gratis como de costumbre. Cuando íbamos en su nave espacial no teníamos que pagar en las aduanas. Las personas se quedaban con la boca abierta cuando nos veían pasar. Ella se las cerraba con su varita y simplemente pasábamos.
En el pabellón de Mónaco había un acuario. Entonces cuando intentó sacar las pirañas, vio que los peces no querían irse al estar contentas comiéndose al resto de los demás peces. Así que las dejó en su sitio. ¡Menos mal!
Las mayoría de nuestras aventuras ocurrió en verano, aunque a veces, ella paraba el tiempo para que pudiera saltarme las clases. Yo odiaba a los profesores y ella cada día hacía que me mandasen menos tarea. La verdad es que era una amiga guay. Desde que ella me acompañaba todos me llamaban colega o Javi a secas y es que ¡yo era la atracción del colegio!
Otra de nuestras aventuras fue que Milulú se convirtió en profesora por una semana. Esa también fue muy divertida. El primer día fue inesperado para mí, pues no me había dicho nada. Me nombró delegado de la clase, al tener yo enchufe y ser su preferido. Esa semana fue la semana más divertida de mi vida, pues nos hacía estudiar las cosas cantándolas. Por lo que ese trimestre toda mi clase aprobó todas las asignaturas con sobresaliente.
Bueno, creo oir que me llama Milulú. Creo que está intentando crear una fórmula para convertir a gente mala en pulgas. ¡Parece interesante! Así que me tengo que ir a ayudarle.
Para terminar, os diré que mi vida siguió bien. Conseguí sacarme la carrera de veterinaria y los dos nos casamos aunque ella tenía 200 años más que yo. Y así formamos la A.H.B.M. (Asociación de Habas Buenas del Mundo). Le ayudé a conseguir que no destruyera el mundo con su locura, y cuando hacía falta a arreglarlo.